lunes, 11 de marzo de 2013

Vilo, Ciudad Animal.

…Asoma,
toda su fuerza levanta.
Parece,
hoy va a ser un día normal, igual, que ayer.
Elefante mil pies, cruza la calle veloz,
vuelan aves de papel.
Despierta, la selva
sale el mundo a buscar el pan y el mango.

Martes 05 de marzo 2013, arranca la jungla su motor.  
A las siete de la tarde arribo al club para reunirme con dos choferes de ómnibus, en busca de una cotización que beneficie a nuestra disciplina. Al ingresar observo en la puerta un amontonamiento de personas. El cancerbero solicita los carnets al día, las excusas se manifiestan de cualquier índole. La puerta termina siendo un calvario.   

Y un viejo que hoy ya no verá este sol,
y un joven que no durmió,
una niña, niña ya no es más,
llora un bebé, por primera vez!

Una vez superado el escollo me encuentro con mi compañero de subcomisión de fútbol, Tati. La reunión con el primer chofer se retrasa por más de 45 minutos. En ese ínterin llega Ricardo quien nos escoltara en la primera tertulia. Un aburguesado mortal arriba cancheramente, cuando las manecillas del reloj marcan las 19:50 hs. Saluda efusivamente a Ricardo, ni lerdo ni perezoso y en son de aprovechar una confianza desmedida hace su descargo.          
    
Arranca la jungla su motor
suenan las bocinas y el tambor,
copan avenidas y el calor.
Cebras y panteras que desfilan,
y el rinoceronte en doble fila,
los gorilas siempre con sillón de piel… de mono…

¿No podes creer lo que me paso? Un perro se estaba peleando con otro justo delante de mi auto, y no sé como uno de los dos me mordió la goma delantera y me la pincho. Disculpen la demora muchachos menciona una vez sentado en la mesa del buffet. El descargo es aceptado.  
A continuación saca un papelillo doblado en cuatro partes, mientras lo abre con sus manos fortuitamente limpias menciona, “miren muchachos con los precios la hice fácil; aumente un 20% a todo y listo”.  A continuación preguntamos por los peajes. ¿Están incluidos en esos precios? No, responde estirándole la pronunciación en la vocal o. Los peajes son siempre aparte muchachos. Ricardo quien estaba apurado, debido a que tenia que ir a buscar a sus hijos saluda amablemente para luego retirarse. Para mí en ese preciso momento la primera reunión esta terminada. Tati intuye lo mismo, e inmediatamente con un movimiento de cabeza me indica que en la otra mesa está el otro chofer. Luego de poner punto final a la primera gestión nos dirigimos hasta allí. Adecuadamente nos presentamos y sin más pretextos comenzamos con un breve interrogatorio. El hombre, llamado Alejandro, abre una carpeta de donde retira el listado con los precios de los viajes a los diferentes lugares establecidos. Inmediatamente se disculpa y nos menciona,  perdonen pero me olvide de escribir en la planilla que los peajes están incluidos. La prolijidad junto a la educación de este hombre gana un territorio abismal en mi ideología, mi opinión ya está formada. Le menciono que en el transcurso de la semana próxima un miembro de  la subcomisión se comunicara con él para darle una respuesta tanto sea por sí o no.
Pasadas las 20.30 hs mi curiosidad es ir al campo de juego, a ver personalmente el estado del mismo. Los rumores que me han llegado son similares a los de los años anteriores, “en la cancha de fútbol no se puede jugar”.  Siendo esto algo que no me sorprende ni a mí, ni a ningún integrante de la disciplina fútbol. Pero que no nos deja de causar esa ansiedad estúpida de ser uno mismo el que atestigüe caminando lo escuchado anteriormente. Antes de brindarme de lleno  a lo mencionado saludo a Tati quien se retira.
Saliendo del vestuario es donde me entero que en el club no hay suministro de agua porque se está reparando una filtración que hace años presenta el tanque principal. Es ahí donde tengo el honor de cruzarme con el presidente del club el Sr. Marcelo Longhi. Al verme predica un breve descargo por la falta de agua. Como si uno le hubiere recriminado o preguntado por esto, nada más lejos en mi intensión.  Igualmente este verborrágico sujeto explica gratuitamente lo acontecido al cual  sobriamente le agradezco.

Dame en esta jungla un lugar que se pueda
subir a la copa del árbol mayor,
para ver un cielo lejos de promesas huecas,
envidias codicias y de falso amor.

Al caminar hacia el campo de juego observo estacionado un auto en las inmediaciones de la cancha de Rugby. Producto de este descuidado hábito, huellas de vehículos dejan su sello en la tierra dando un marco penoso al contorno del solárium. Evidentemente todo es posible en esta jungla. La imagen próxima se repite en mi vista, año tras año, el arco de fútbol que da a la Av. Libertador está cercado por una cinta hasta afuera de lo que sería el área grande, por el cual ese sector no se puede pisar. Por ende siendo 5 de marzo, el terreno de juego no se puede utilizar en su totalidad. Cabe mencionar que la última vez que se uso fue allá por mediados del mes de diciembre. Al entrar a la cancha y caminar por ella, confirmo lo que preveía anteriormente, el estado no es el acorde para que una persona pueda ejercer la práctica de fútbol. El césped largo maquilla los desniveles y tiende una trampa a los tobillos de los jugadores. La iluminación es la de siempre, y los problemas en ella perduran un año más. Como si fuese que para cambiar una lámpara, agregar o fijar bien los soportes que la sostienen se tendría que realizar una asamblea junto con los señores Eistein y Edison para que nos resuelvan el inconveniente, o quizás, mejor sería que ellos mismo realicen los trabajos y por supuesto, sin costo alguno, pues plata en el club nunca hay. Lo lamentable de todo esto es que estamos en camino a una desgracia. Ya que la negligencia en mantenimiento es el principal factor de un accidente.         

Y un viejo tucán ya no verá este sol,
hijo ‘e tigre no durmió,
suricata ya no será igual,
grita un loro, por primera vez!

Las columnas de iluminación pintadas por la mitad dan muestras claras de la poca seriedad con que se toman las tareas laborales en el club. La desidia se manifiesta, en la columna, que está ubicada en el banco de suplente, en la cual falta la tapa de inspección en la bornera.  Por lo que la conexión se encuentra  al aire libre y al acceso de cualquier criatura, con todo el peligro que eso significa. Eso sí, señor quédese tranquilo la resguarda un pedazo de goma espuma deteriorado apoyado sobre ella que haces las veces de protector anti choque.
Al llegar al banco de suplentes me detengo hablar con el cuerpo técnico. Juan Manuel, muestra a las claras todo su fastidio, nombrándome una por una, todas las cosas que les disgustan. Que no son más que las que estoy mencionado en el trayecto desde el baño del club hasta la cancha de fútbol. Al escucharlo reflexiono y me pregunto. ¿Alguna vez podremos ver un cambio?

La jirafa muestra su elegancia
y una hiena cumple una venganza, pa, pa, pa, pa, pa,
y no, y no resulta ser.
El mono tití vende quiniela,
y el león se limpia lentejuelas,
de la noche, porque ahora, porque ahora es juez!

Minutos antes de retirarme a mi recinto, presto atención a la conducta del socio. ¿Qué poco colaboramos? Estacionar el auto como se le antoja a cada uno en el estacionamiento no es culpa solamente del señor empleado que no cumple bien su labor.  O aquel otro socio que deja en ridículo al empleado chapeando;  “con que soy amigo del presidente y el me autoriza a meter el auto adentro del club”. La arrogancia exacta de sacar el mínimo provecho absoluto, pasión argentina pues se la encuentra en cualquier ámbito. Resumiendo y perdón por el termino, pues no es más que cagarse en la idiosincrasia ajena.  Como esa jirafa que observo y le señalo a Juan Manuel orinando con la indumentaria del club detrás del arco que da al rio, bajo una luz estrepitosa y ante la mirada de todos.  Y en este caso sin ninguna denuncia de vecinos, señor presidente.

Dame en esta jungla un lugar que se pueda
subir a la copa del árbol mayor,
para ver un cielo lejos de promesas huecas,
envidias codicias y de falso amor.
Dame en esta jungla un lugar que se pueda,
mirar a los ojos sin pensar después,
y ver a la luna libre de tinieblas,
tinieblas del alma que no dejan ver.

Ciro y Los Persas. (Canción Animal, Disco 27)

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